jueves, 6 de septiembre de 2007

Frikitunning

Hola, amig@s! He vuelto (sí, yo también me alegro). Se acabaron las vacaciones. Se acabó lo que se daba. Se acabaron las tapitas, el alcohol sin mesura y las bienvenidas al amanecer (si puedo hacerlo, por regla general intento levantarme después que el sol). Pues sí: vuelta a la normalidad y la rutina (un día de estos ya hablaré de la "normalidad")

Como digo, he vuelto. De hecho volvimos mi familia y un servidor el pasado día 3, lunes, bastante tarde y con 14 horas de viaje en las posaderas. Especifico este último dato porque con lo que voy a explicar a continuación alguien podría pensar que mi ya de por sí limitada capacidad intelectual estaba francamente menguada con semejante paliza de viaje.

Voy al grano. Una vez aparqué el coche y dispuesto a sufrir la penitencia de subir todo el equipaje al ático sin ascensor, abrí el maletero y contemplé la verdadera magnitud de la tragedia: aquello iba a ser un via crucis. Me armé de valor y cogí la primera tanda de paquetes. Llegando al portal ví unas motocicletas (la mayoría scooters) aparcadas prácticamente enfrente de éste y a las que dediqué una mirada fugaz pero que puso mis sentidos en guardia. Como digo, era tarde y mis sentidos no respondían como de costumbre, pero subiendo ya la escalera me pareció recordar que acababa de ver una moto... forrada de borreguito rosa. "Tío, tú en vez de hacer el viaje, te lo has fumao'" - me dije. Dejo los paquetes arriba y emprendo de nuevo el trayecto dispuesto a prestar más atención a la moto en cuestión. Abro la puerta del portal y ¡sí, amigos! allí estaba aquella moto tuneada con un forro de borreguito rosa (como el de las tapas de wáter de los años 70/80) tanto en el asiento como en el carenado, y ese depósito pintado de blanco con pintura plástica (espero que para exteriores). Lástima de móvil con cámara para inmortalizar aquel momento porque realmente lo valía. Debo reconocer que aquella visión hizo que los dos últimos viajes para subir el equipaje fueran más llevaderos.

Por contra de lo que pueda parecer, el episodio de la moto no acabó allí. Al día siguiente tocaba rellenar nuestro exíguo frigorífico, así que... a llenar de nuevo el maletero para después padecer otro calvario. Cuál es nuestra sorpresa (mi mujer ya estaba en sobreaviso de lo que iba a encontrar) cuando encontramos a dos adolescentes "rematando la faena" e instalando un viejo radiocassette de coche con frontal extraíble en el carenado de la moto (los altavoces sustituían a los retrovisores). Creo que desde que ví el suelo de linóleo imitación parquet en el R9 de un viejo amigo junto con los altavoces de la minicadena marca NISUPU a modo de equipo hi-fi con subwoofer, no había visto tal alarde de imaginación (y eso que hay alerones y faldones que compiten por inverosímiles).

En descargo de los jóvenes que perpetraban la acción hay que decir que como mucho se les podría acusar de atentar contra el buen gusto. Aunque para gustos los colores... incluido el rosa.

Lo del borreguito es imperdonable.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esa fotooooooo... PO FAVÓ...