miércoles, 1 de agosto de 2007

Mucho fuego = Cortinas de humo

No hay duda, el verano presenta un clima de cálido a caldeado no tanto por las temperaturas (que en algunos sitios sí que están siendo de espanto) como por el ambiente social, y sinó que le pregunten a los vecinos de Barcelona, Las Palmas y Tenerife.

Los hechos son los hechos y no tienen vuelta de hoja. Y cuando algo es un hecho es que ya ha pasado y no tiene solución. Otra cosa es que los hechos a medida que se producen adquieran mayor o menor dimensión y por tanto el efecto de éstos sea más o menos importante sobre nuestras vidas.

Tanto de la situación que se está viviendo en Barcelona (hasta febrero no se prevee que todo vuelva a la normalidad) como de la que se está viviendo en la Comunidad Canaria lo que más me sorprende es la rápida reacción de los políticos para saltar a la yugular del contrincante. No sé si se trata de oportunidad o de oportunismo, aunque me da que más de lo segundo que de lo primero con tal de conseguir acólitos o caldear los ánimos de los que ya lo son y cargarlos de razones, en algunos casos con fundamentos inexistentes, más basados en la anécdota y la frase mordaz, el comentario hiriente o el chiste de dudoso gusto, y que no hacen sino empañar la verdadera dimensión humana de las catástrofes. Porque en cualquiera de los dos casos a los que me refiero somos los ciudadanos (habitantes o no de los lugares en cuestión) los principales perjudicados.

Y mientras unos lloran la falta de inversiones y otros la desmienten, unos piden responsabilidades y otros las eluden, una compañía con miles de millones de beneficios no abre la boca si no es para jactarse de ello o para pedir un nuevo aumento en los recibos y no aclara cuál ha sido la causa real del siniestro que ha provocado que más de trescientas mil personas se hayan quedado a oscuras y sigan a oscuras porque nadie ofrece luz sobre los hechos. Y que siguiendo en esa oscuridad no podremos ver el elevado número de posibilidades que existe de que se produzca un apagón de similares características en cualquier otro lugar.

Y mientras otros critican la inoperancia, ineficacia, ineptitud del gobierno central respecto a la actuación frente a los incendios de Canarias, olvidan que los primeros responsables tanto en los planes de prevención como en los de extinción son los gobiernos autonómicos (en este caso, por cierto, del mismo signo que la oposición que tanto critica esa incompetencia). Y olvidan que de momento, el número de incendios es menor que el del año anterior. Y olvidan que la piromanía o la diarrea mental de quien provoca un incendio son dificilmente previsibles.

Así, entre dires y diretes y peleas de patio de colegio, hay hospitales funcionando con grupos electrógenos que permiten operar de urgencias casos de apendicitis y generando nuevos pacientes para la especialidad de neumología (¡menuda humareda!) y otorrinolaringología (¡menudo ruido!); y el vecino del quinto tiene que cerrar las puertas y ventanas aunque no tenga aire acondicionado (¿he dicho que tiene 75 años y padece del corazón?); y el de la tienda de ultramarinos de toda la vida tiene grandes pérdidas porque el fiambre (ese ingrato) o la fruta fresca (esa remilgada) han decidido estropearse;... pero a final de mes, todos y todas pagaremos religiosamente nuestro recibo sin saber si quien nos da servicio ha subsanado o sabe qué y cómo subsanar problemas futuros.

También estaría bien recordar a los políticos que no siempre que hay humo es tiempo de desenterrar el hacha de guerra sino de apagar fuegos, arrimar el hombro y ofrecer apoyo a aquellos que han perdido algo más que un porcentaje de intención de voto sino que han perdido sus casas, su medio de vida, su entorno (nuestro entorno), ... ofrecer un mínimo de sensibilidad y solidaridad gratuitas, sin ánimo de convertir cualquier acto en un mítin electoral.

Hay algo que ninguno de nuestros mediáticos políticos ha hecho: pensar que sus actitudes son las que quedan en la retina de la gente, son los valores que transmitimos a las generaciones que nos siguen. Pueden discutir sobre qué asignaturas deben impartirse en nuestros colegios pero ellos hace tiempo que faltan a clase o directamente están suspendidos.

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